jueves, 15 de octubre de 2009

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo pretende brindar un panorama general sobre la epistemología desde el punto de vista de Edgar Morín y sus implicancias en la educación.

Desde ya advierto que no es un estudio profundo epistemológico en sí, sino una manera de ver a la epistemología desde un ángulo particular y contemporáneo. Luego de haber realizado en el curso una revisación de los temas epistemológicos desde Platón y pasando por diferentes posturas como las de Carnap, Hempel o Popper, quise investigar bibliograficamente desde el pensamiento complejo, para incluir dentro de mis acervos una corriente epistemológica más, y que por supuesto está de moda.

Lo que hizo más “misterioso” al tema , o lo que más me llamó la atención, fue la crítica explicita que Morín hace a la ciencia clásica, tratándola de simplificadora.

Veamos entonces cuales son las bases del pensamiento complejo, para luego referirnos a la epistemología de la complejidad y el concepto de paradigama desde este punto de vista. Por último, relacionar el tema con lo educativo, de que manera los estudios epistemológicos desde la complejidad pueden ayudar a los docentes en este mundo de la globalización, y a trabajar en temas como la diversidad, inclusión, medios de comunicación.

El encare que Morin hace desde lo antropológico, me parece muy interesante, ver al cerebro como un microcosmos es lo más profundo de su pensamiento, entenderlo así solo me hace pensar en la siguiente reflexión: “el cerebro, un cosmos misterioso”

PUNTOS A DESARROLLAR

Ø El Pensamiento Complejo: El desafío cultural. La cabeza bien puesta. Ciencias

Ø La Epistemología de la complejidad: Mandamientos del paradigma de la simplificación. La Epistemología compleja: el conocimiento del conocimiento. Un paradigma complejo

Ø Fundamentos para la construcción de un modelo sistémico de aula. El aula como realidad compleja

Ø Conclusión

Ø Referencias bibliográficas

OBJETIVO

Investigar bibliográficamente sobre la epistemología de la complejidad, ubicarla dentro de todas las corrientes epistemológicas como una postura más. Indagar sobre su implicancia educativa.

El pensamiento complejo

Existe una falta de adecuación cada vez más amplia, profunda y grave entre nuestros saberes disociados, parcelados, compartimentados entre disciplinas y, por otra parte, realidades o problemas cada vez más pluridisciplinarios, transversales, multidimensionales, globales, planetarios.

En esta situación se vuelven invisibles:

  • los conjuntos complejos
  • las interacciones y retroacciones entre partes y todo
  • las entidades multidimensionales
  • los problemas esenciales

De hecho, la hiperespecialización impide ver lo global (que fragmenta en parcelas) y lo esencial (que disuelve). Ahora bien, los problemas esenciales nunca son fragmentarios y los problemas globales son cada vez más esenciales. Además, todos los problemas particulares no pueden plantearse y pensarse correctamente si no es en su contexto, y el contexto de estos problemas debe plantearse cada vez más en el contexto planetario.

Al mismo tiempo, la parcelación de las disciplinas, hace imposible aprehender “lo que está tejido junto” es decir, según el sentido original del término, lo complejo.

El desafío de la globalidad es, por tanto, al mismo tiempo el desafío de la complejidad. En efecto, existe complejidad cuando no se pueden separar los componentes diferentes que constituyen un todo (como lo económico, lo político, lo sociológico, lo psicológico, lo afectivo, lo mitológico) y cuando existe tejido interdependiente, interactivo e interretroactivo entre las partes y el todo, el todo y las partes.

Ahora bien, los desarrollos de nuestro siglo y de nuestra era planetaria nos enfrentan cada vez más y con mayor frecuencia y de manera cada vez más ineluctable con los desafíos de la complejidad.

Efectivamente, la inteligencia que no sabe hacer otra cosa que separar, rompe lo complejo del mundo en fragmentos disociados, fracciona los problemas, convierte lo multidimensional en unidimensional. Atrofia las posibilidades de comprensión y de reflexión, eliminando también las posibilidades de un juicio correctivo o de una visión a largo plazo. Su insuficiencia para tratar nuestros problemas más graves constituye uno de los problemas más graves que enfrentamos. Así, cuanto más multidimensionales se vuelven los problemas, se es más incapaz de pensar su multidimensionalidad; cuanto más progresa la crisis, más progresa la incapacidad para pensar la crisis; cuanto más globales se vuelven los problemas, menos se piensa en ellos. Una inteligencia incapaz de encarar el contexto y el complejo global se vuelve ciega, inconsciente e irresponsable.

De esta manera, los desarrollos disciplinarios de las ciencias no sólo aportan las ventajas de la división del trabajo, también aportan los inconvenientes de la superespecialización, del enclaustramiento y de la fragmentación del saber. No produjeron solamente conocimiento y elucidación, también produjeron ignorancia y ceguera.

Ahora bien, el conocimiento pertinente es el que es capaz de situar toda información en su contexto y, si es posible, en el conjunto en el que ésta se inscribe. Inclusive, es posible decir que el conocimiento progresa principalmente no por sofisticación, formalización y abstracción, sino por la capacidad para contextualizar y totalizar.

Además, los conocimientos fragmentarios no sirven para otra cosa que no sean usos técnicos. No llegan a conjugarse para alimentar un pensamiento que pueda considerar la situación humana, en la vida, en la tierra, en el mundo, y que pueda afrontar los grandes desafíos de nuestro tiempo.

El desafío cultural

La cultura no sólo está cortada en piezas separadas sino también rota en dos bloques. La gran desunión entre la cultura de la humanidades y la cultura científica, que comenzó en el siglo pasado y que se agravó en el nuestro, entraña graves consecuencias para una y para la otra. La cultura humanista es una cultura genérica que, vía la filosofía, el ensayo, la novela, alimenta la inteligencia general, enfrenta los grandes interrogantes humanos, estimula la reflexión sobre el saber y favorece la integración personal de los conocimientos. La cultura científica, de una naturaleza diferente, separa los campos de conocimiento; provoca descubrimientos admirables, teorías geniales, pero no una reflexión sobre el destino humano y sobre el devenir de la ciencia. La cultura de las humanidades tiende a convertirse en el molino privado del grano de las adquisiciones científicas sobre el mundo y sobre la vida que tendría que nutrir sus grandes interrogantes; la segunda, privada de reflexividad sobre los problemas generales y globales, se vuelve incapaz de pensarse a sí misma y de pensar los problemas sociales y humanos que plantea.

El mundo técnico y científico ve sólo como ornamento o lujo estético la cultura de las humanidades, en tanto que ésta favorece la inteligencia general que la mente humana aplica a los casos particulares. El mundo de la humanidades no ve en las ciencias más que un conglomerado de saberes abstractos o amenazadores.

La cabeza bien puesta

La primera finalidad de la enseñanza fue formulada por Montaigne: vale más una cabeza bien puesta que una repleta.

El significado de “una cabeza repleta” es claro: es una cabeza en la que el saber se ha acumulado, apilado, y no dispone de un principio de selección y de organización que le otorgue sentido. “Una cabeza bien puesta” significa que mucho más importante que acumular el saber es disponer simultáneamente de:

  • una aptitud general para plantear y analizar problemas
  • principios organizadores que permitan vincular los saberes y darle sentido

La organización de los conocimientos

Una cabeza bien puesta es una cabeza que es apta para organizar los conocimientos y de este modo evitar una acumulación estéril.

La organización de los conocimientos implica operaciones de unión (conjunción, inclusión, implicación) y separación (diferenciación, oposición, selección, exclusión). El proceso es circular: pasa de la separación a la unión, de la unión a la separación y, más allá, del análisis a la síntesis, de la síntesis al análisis. Dicho de otro modo, el conocimiento implica al mismo tiempo separación y unión, análisis y síntesis.

El desarrollo de la aptitud para contextualizar tiende a producir el surgimiento de un pensamiento “ecologizante” en el sentido de que sitúa todo acontecimiento, información o conocimiento en una relación inseparable con el medio- cultural, social, económico, político y, por supuesto, natural-. No hace más que situar un acontecimiento en su contexto, incita a ver cómo éste modifica al contexto o cómo le da una luz diferente. Un pensamiento de este tipo se vuelve inseparable del pensamiento de lo complejo.

Ciencias

Las dos revoluciones científicas del siglo XX prepararon la reforma del pensamiento.

La primera comenzó en la física cuántica e implicó el colapso del universo laplaciano, la ruina del dogma determinista, el hundimiento de toda idea de unidad simple como base del universo, la introducción de la incertidumbre en el conocimiento científico. Provocó, especialmente con Bachelard y Popper, conciencia epistemológica sobre los presupuestos del saber científico.

La segunda revolución, que se produjo con la constitución de las grandes reagrupaciones científicas, implica considerar conjuntos organizados o sistemas en detrimento del dogma reduccionista que había reinado durante el siglo XIX.

Se produce una resurrección de entidades globales como el cosmos, la naturaleza, el hombre, que habían sido cortadas como salchichón, hasta desintegrarlas finalmente, ya sea porque se originaban en el sentido ingenuo precientífico, ya sea porque llevaban en su seno una complejidad insoportable para el pensamiento disyuntivo / reductor.

Por más que no todas las consecuencias de estas dos revoluciones hayan aparecido todavía, y que la segunda esté inacabada en muchos campos (ciencias de la vida, ciencias humanas y sociales), la complejidad vuelve a invadir al mundo por los mismos caminos por donde la habían echado. La mayoría de las ciencias descubren campos diversos en los que los enunciados simples son falsos y donde el prejuicio a favor de las leyes se vuelve dañinos. Por otra parte, ya se formaron principios de inteligibilidad de lo complejo y, a partir de la cibernética, de la teoría de los sistemas, de la teoría de la información, se elaboró la concepción de la autoorganización, capaz de concebir la autonomía, algo imposible según la ciencia clásica. La racionalidad y cientificidad comenzaron a ser redefinidas y complejizadas a partir de los trabajos de Bachelard, Popper, Khun, Holton, Lakatos, Feyerabend. De manera que podemos esperar que una reforma del pensamiento avanzará siguiendo esta huella.

La epistemología de la complejidad

Hemos creído que el conocimiento tenía un punto de partida y un término; el conocimiento es una aventura en espiral que tiene un punto de partida histórico, pero no tiene término, que debe sin cesar realizar círculos concéntricos; es decir, que el descubrimiento de un principio simple no es el término; reenvía de nuevo al principio simple que ha esclarecido en parte. Así, en el caso del código genético que, una vez descubierto, nos reenvía a la pregunta: ¿por qué existe esa diversidad extraordinaria de formas en los animales y los vegetales?

El biólogo Dobzhansky, dice:"Desgraciadamente la naturaleza no ha sido lo bastante gentil como para hacer las cosas tan simples como nosotros quisiéramos que fuesen. Debemos afrontar la complejidad." Un físico, que es al mismo tiempo un pensador, David Bohm, y que ataca ya el dogma de la elementalidad ,dice: "Las leyes físicas primarias jamás serán descubiertas por una ciencia que intenta fragmentar el mundo en sus constituyentes."

Mandamientos del paradigma de simplificación

Ø Podemos decir que el principio de la ciencia clásica es: legislar. Corresponde al principio del derecho, quizás. Es una legislación, pero no es anónima, que se encuentra en el universo, es la ley. Y ese principio es un principio universal que fue formulado por el lugar común: "Sólo hay ciencia de lo general", y que comporta la expulsión de lo local y de lo singular. Ahora bien, lo que es interesante es que, en el universo incluso, en lo universal, ha intervenido la localidad.

Ø El segundo principio era la desconsideración del tiempo como proceso irreversible; las primeras leyes físicas pudieron muy bien ser concebidas en un tiempo reversible. Y, de alguna manera, la explicación estaba depurada de toda evolución, de toda historicidad. Y también aquí hay un problema muy importante: el del evolucionismo generalizado. Hoy el mundo, es decir el cosmos en su conjunto y la materia física en su constitución (particular, nuclear, atómica, molecular), tiene una historia.

Ø El tercer principio de simplificación es el de la reducción o también de la elementalidad. El conocimiento de los sistemas puede ser reducido al de sus partes simples o unidades elementales que los constituyen. Es en el dominio físico donde ese principio parecía haber triunfado de modo incontestable, dominio que, evidentemente, se encuentra más afectado por ese principio.

Ø El cuarto principio simplificador es el del Orden-Rey. El Universo obedece estrictamente a leyes deterministas, y todo lo que parece desorden (es decir, aleatorio, agitador, dispersivo) sólo es una apariencia debida únicamente a la insuficiencia de nuestro conocimiento. Las nociones de orden y ley son necesarias, pero insuficientes. Lo que es interesante, es que el orden y el desorden tienen una relación de complementariedad y complejidad.

Ø La antigua visión, la visión simplificante, es una visión en la que evidentemente la causalidad es simple; es exterior a los objetos; les es superior; es lineal. Ahora bien, hay una causalidad nueva, que introdujo primeramente la retroacción cibernética, o feedback negativo, en la cual el efecto hace bucle con la causa y podemos decir que el efecto retroactúa sobre la causa.

Ø Sobre la problemática de la organización. En el origen está el principio de emergencia, es decir que cualidades y propiedades que nacen de la organización de un conjunto retroactúan sobre ese conjunto; hay algo de no deductivo en la aparición de cualidades o propiedades de todo fenómeno organizado.

Ø El pensamiento simplificante fue fundado sobre la disyunción entre el objeto y el medio ambiente. Se comprendía el objeto aislándolo de su medio ambiente; era tanto más necesario aislarlo como era necesario extraerlo del medio ambiente para colocarlo en un nuevo medio ambiente artificial que se controlaba, que era el medio de la experiencia, de la ciencia experimental.

La epistemología compleja: El conocimiento del conocimiento

Podemos decir que el problema del conocimiento científico podía plantearse a dos niveles. Estaba el nivel que podríamos llamar empírico, y el conocimiento científico, gracias a las verificaciones mediante observaciones y experimentaciones múltiples, extrae datos objetivos y, sobre estos datos objetivos, induce teorías que, se pensaba, "reflejaban" lo real. En un segundo nivel, esas teorías se fundaban sobre la coherencia lógica y así fundaban su verdad los sistemas de ideas. Teníamos, pues, dos tronos, el trono de la realidad empírica y el trono de la verdad lógica, de este modo se controlaba el conocimiento. Los principios de la epistemología compleja son más complejos: no hay un trono; no hay dos tronos; en modo alguno hay trono. Existen instancias que permiten controlar los conocimientos; cada una es necesaria; cada una es insuficiente.

La primera instancia, es el espíritu. ¿Qué es el espíritu? El espíritu es la actividad de algo, de un órgano llamado cerebro. La complejidad consiste en no reducir ni el espíritu al cerebro, ni el cerebro al espíritu. El cerebro, evidentemente, es un órgano que podemos analizar, estudiar, pero que nombramos tal cual por la actividad del espíritu.

Dicho de otro modo, tenemos algo que podemos llamar el espíritu-cerebro ligado y recursivo puesto que uno coproduce al otro de alguna manera. Pero de todas formas, este espíritu-cerebro ha surgido a partir de una evolución biológica, vía la hominización, hasta el homo llamado sapiens. Por lo tanto, la problemática del conocimiento debe absolutamente integrar, cada vez que ellas aparecen, las adquisiciones fundamentales de la bio-antropología del conocimiento.

La primera adquisición fundamental es que nuestra máquina cerebral es hiper-compleja. El cerebro es uno y múltiple. La menor palabra, la menor percepción, la menor representación ponen en juego, en acción y en conexión miríadas de neuronas y múltiples estratos o sectores del cerebro. Éste es bihemisférico; y su funcionamiento favorable acontece en la complementariedad y en el antagonismo entre un hemisferio izquierdo más polarizado sobre la abstracción y el análisis, y un hemisferio derecho más polarizado sobre la aprehensión global y lo concreto. El cerebro es hipercomplejo igualmente en el sentido en que es "triúnico", según la expresión de Mac Lean. Porta en sí, no como la Trinidad tres personas en una, sino tres cerebros en uno, el cerebro reptiliano (celo, agresión), el cerebro mamífero (afectividad), el neocórtex humano (inteligencia lógica y conceptual), sin que haya predominancia de uno sobre otro. Al contrario, hay antagonismo entre esas tres instancias, y a veces, a menudo, es la pulsión quien gobierna la razón. Pero también, en y por ese desequilibrio, surge la imaginación.

Lo más importante quizás en la bio-antropología del conocimiento nos retorna a las críticas kantianas; efectivamente, se ha descubierto mediante medios nuevos de observación y de experimentación lo que Kant descubrió mediante procedimientos intelectuales y reflexivos. Nuestro cerebro está en una caja negra que es el cráneo, no tiene comunicación directa con el universo. Esa comunicación se efectúa indirectamente vía la red nerviosa a partir de las terminales sensoriales. ¿Qué es lo que llega a nuestra retina, por ejemplo? Son estímulos, que en nuestro lenguaje actual llamamos fotones, que van a impresionar la retina y esos mensajes van a ser analizados por células especializadas, después transcritos en un código binario el cual va a llegar a nuestro cerebro donde, de nuevo, van, según procesos que no conocemos, a traducirse en representación. Es la ruina de la concepción del conocimiento-reflejo.

Nuestras visiones del mundo son traducciones del mundo. Traducimos la realidad en representaciones, nociones, ideas, después en teorías.

Así, del examen bio-antropológico del conocimiento se desprende un principio de incertidumbre fundamental; existe siempre una relación incierta entre nuestro espíritu y el universo exterior. Sólo podemos traducir su lenguaje desconocido atribuyéndole y adaptándole nuestro lenguaje. Así, hemos llamado "luz" a lo que nos permite ver, y entendemos hoy por luz un flujo de fotones que bombardean nuestras retinas. Es ya hora de que la epistemología compleja reintegre un personaje que ha ignorado totalmente, es decir, el hombre en tanto que ser bio-antropológico que tiene un cerebro. Debemos concebir que lo que permite el conocimiento es al mismo tiempo lo que lo limita.

No hay sólo condiciones bio-antropológicas del conocimiento. Existen, correlativamente, condiciones socioculturales de producción de todo conocimiento, incluido el científico. Estamos en los comienzos balbucientes de la sociología del conocimiento. Una de sus enfermedades infantiles es reducir todo conocimiento, incluido el científico, únicamente a su enraizamiento sociocultural; ahora bien, desgraciadamente, no se puede hacer del conocimiento científico una ideología del mismo tipo que las ideologías políticas, aunque toda teoría sea una ideología, es decir construcción, sistema de ideas, y aunque todo sistema de ideas dependa a la vez de capacidades propias al cerebro, de condiciones socioculturales, de la problemática del lenguaje. En ese sentido, una teoría científica comporta inevitablemente un carácter ideológico. Existen siempre postulados metafísicos ocultos en y bajo la actividad teórica (Popper, Holton).

Un paradigma complejo

Los problemas fundamentales de la organización de los sistemas de ideas no resultan solamente de la lógica, existe también lo que se llama la paradigmatología. Ésta significa que los sistemas de ideas obedecen a algunos principios fundamentales que son principios de asociación o de exclusión que los controlan y comandan.

Un paradigma complejo puede comprender lo humano a la vez en asociación y en oposición con la naturaleza. Es Kuhn quien ha puesto de relieve fuertemente la importancia crucial de los paradigmas. Él la utiliza en el sentido vulgar anglosajón de "principio fundamental". Morin la emplea en un sentido intermedio entre su sentido lingüístico y su sentido kuhniano, es decir que ese principio fundamental se define por el tipo de relaciones que existen entre algunos conceptos maestros extremadamente limitados, pero cuyo tipo de relaciones controla todo el conjunto de los discursos, incluida la lógica de los discursos. Cuando dice lógica, es necesario ver que de hecho creemos en la lógica aristotélica; pero en ese tipo de discurso que es el discurso de nuestro conocimiento occidental, es la lógica aristotélica la que nos hace obedecer, sin saberlo, a ese paradigma de disyunción, de simplificación y de legislación soberana; y el mundo del paradigma es evidentemente algo muy importante que merece ser estudiado en sí mismo, pero a condición siempre de abrirlo sobre el conjunto de las condiciones socioculturales y de introducirlo en el corazón mismo de la idea de cultura. El paradigma que produce una cultura es al mismo tiempo el paradigma que reproduce esa cultura. Hoy, el principio de disyunción, de distinción, de asociación, de oposición que gobierna la ciencia no solamente controla las teorías, sino que al mismo tiempo comanda la organización tecno-burocrática de la sociedad. Esa división, esa hiperdivisión del trabajo científico aparece de un lado, evidentemente, como una especie de necesidad de desarrollo intrínseco, porque desde que una organización compleja se desarrolla, el trabajo se especializa mientras que las tareas se multiplican para llegar a una riqueza más compleja. Pero ese proceso, no solamente es paralelo, sino que está ligado al proceso de la división del trabajo social, al proceso de la heterogeneización de tareas, al proceso de la no-comunicación, de la parcelación, de la fragmentación de las actividades humanas en nuestra sociedad industrial; resulta evidente que hay en ello una relación muy profunda entre el modo como organizamos el conocimiento y el modo como la sociedad se organiza. La ausencia de complejidad en las teorías científicas, políticas y mitológicas está ella misma ligada a una determinada carencia de complejidad en la organización social misma, es decir, que el problema de lo paradigmático es extremamente profundo porque remite a algo muy profundo en la organización social, que no es evidente en principio; remite a algo muy profundo, sin duda, en la organización del espíritu y del mundo noológico.

Fundamentos para la construcción de un modelo sistémico del aula

Cuando el investigador disocia su saber del resto de los saberes o cuando el profesor afirma que es profesor de una materia y no un “educador” (en el sentido amplio del tema), encontramos un planteamiento epistemológico simplificador que pretende compartimentar el conocimiento y parcelar la intervención tecnológica.

En el caso del conocimiento científico, la búsqueda del orden ha significado la alternancia de momentos en los que predomina la fragmentación de la realidad y la aplicación de métodos analíticos, con momentos en los que predominan los intentos integradores y las perspectivas globalizadoras. Ambos enfoques se complementan de alguna manera: por una parte, la parcelación del saber lleva a una profundización del conocimiento de los objetos del mundo, que suministra problemas y datos para las grandes síntesis teóricas; por otra, las visiones de conjunto han de referirse ha entes concretos si no quieren convertirse en estructuras formales carentes de contenido.

En el momento actual hay un claro cuestionamiento del paradigma simplificador, una reacción contra la compartimentación del saber y la utilización exclusiva de los procedimientos analíticos. A la pregunta ¿hay algo en común entre la física, la biología y las ciencias sociales? El enfoque simplificador responde ignorando posibles conceptos comunes o reduciendo unos saberes a otros, explicando lo biológico por lo físico y lo social por lo biológico. Y todo ello desconociendo el hecho de que la inevitable multiplicidad disciplinar ha originado la aparición de nuevos campos del saber que trabajan con entes complejos (biosistemas, geosistemas, sociosistemas) y con problemas interdisciplinares. Por otro lado, la actuación tecnológica bajo estos supuestos manipula esas realidades complejas como si de cuestiones simples se tratara, dando respuestas parciales e insatisfactorias a los grandes problemas que nuestra sociedad tiene planteados (ambientales, sanitarios, educativos...): la gestión del medio se constriñe a lo puramente económico, la problemática de la salud se trata como un asunto farmacológico y la educación se entiende como la aplicación, por parte del técnico – enseñante, de recetas universales elaboradas por el experto en la didáctica.

La crisis de la perspectiva simplificadora se manifiesta en campos del conocimiento muy diversos (epistemología, psicología, biología, física, etc.), en los que aparecen conceptos, teorías y corrientes de pensamiento que convergen en un aspecto fundamental: la necesidad de adoptar un enfoque complejo en la investigación de la realidad.

El aula como realidad compleja

La perspectiva compleja supone un cambio en nuestra forma de comprender el universo, y una reorganización del saber y una nueva manera de entender nuestra indagación sobre el mundo. La complejidad se enuncia como un principio de conocimiento caracterizado por:

Ø La búsqueda de conceptos (sistema, organización, interacción, información...) que puedan funcionar como principios articuladores de los distintos campos del saber. El acercamiento entre los conocimientos parciales implica el lenguaje común que permita la traducción y la correspondencia de las ideas, la reconstrucción del todo a partir de sus elementos constitutivos y la inserción de un objeto complejo en su entorno. De ahí la necesidad de unificar concepciones en términos y códigos comunes, de potenciar la investigación interdisciplinar, de fomentar la aproximación entre los grandes troncos disciplinares (física, biología, ciencias sociales) a partir del desarrollo de las zonas de contacto (biofísica, bioquímica, psicofisiología, ecología humana, etología humana, psicología social, antropología social, etc.) y de racionalizar los recursos intelectuales y materiales, evitando el tratamiento tecnológico compartimentado y estéril de los grandes problemas sociales de nuestra época.

Ø La superación del dogmatismo y del uso de recetas simplificadoras, que supone la adopción de una actitud abierta, relativizadora y antireduccionista, que admita la existencia de incertidumbres, paradojas y contradicciones. En esa línea, la perspectiva compleja asume los supuestos interaccionistas y relativistas del constructivismo, así como el holismo de las concepciones sistémicas, depurado de sus componentes totalitarias y reductoras.

Ø La consideración de un enfoque sistémico que integra, en un mismo marco conceptual, elementos que proceden de los campos disciplinares clásicos: entidades físicas (químicas, termodinámicas, geológicas, etc.); entidades biológicas (seres vivos y sus formas de organización); entidades antroposociales y artefactos tecnológicos.

Ø El establecimiento de un vínculo entre Naturaleza y Cultura, de manera que se plantea una doble incidencia de la organización antroposocial en la naturaleza, por una parte, y de la organización natural en la antroposocial por la otra. La realidad se define, por tanto, como multidimensional, como organización compleja en la que distintos seres se implican e interfieren en interacciones complementarias, concurrentes, antagonistas e inciertas.

Ø La necesidad de ligar la problemática científica a la ideológica, de llegar a una toma de conciencia global sobre el lugar del hombre en la naturaleza y sobre el papel de lo social en la determinación del conocimiento. La acción humana debe conjugar la dimensión cósmica con la antroposocial y con la conciencia propia del sujeto.

Ø La utilización de muy distintas metodologías (enfoque plurimetodológico), pues el trabajo con sistemas impide el uso exclusivo de sólo una. De ahí el que se combinen los estudios cualitativos con los cuantitativos, lo observacional con lo experimental, según lo exija la naturaleza de los problemas concretos que se han de resolver. La explicación no se centra en la búsqueda de relaciones causales lineales sino que surge más bien del establecimiento de las relaciones probabilísticas y de las correlaciones entre las variables, del análisis de aspectos parciales y de la síntesis de los datos procedentes de dichos análisis: concretándose todo ello en la causalidad circular y la interacción, y en los que la validación de los hechos se consigue por la comparación del modelo con la realidad. El resultado es una construcción teórica quizás menos rigurosa, contemplada desde una óptica experimentalista, pero desde luego con una mayor validez ecológica, es decir, con una mayor conformidad entre el modelo teórico, los datos empíricos y la complejidad de la propia realidad. Ello significa además una mejor adecuación de la teoría al tipo de decisiones e intervenciones interdisciplinares que requiere nuestra sociedad.

La epistemología de la complejidad no tiene pretensiones de ciencia unitaria, de teoría general unificada en la que los diversos aspectos de los diferentes dominios del saber se deducen lógicamente del principio maestro. La ruptura con la simplificación conlleva rechazar cualquier síntesis totalizante, cualquier intento de construir un modelo global que de respuesta a todo. Aún más, toda tentativa integradora estará condicionada por la evolución del conocimiento científico en cada momento histórico, insertándose, por tanto, en una dinámica en la que se alteran los métodos de análisis con los de síntesis, los momentos en los que predominan la fragmentación del saber con los momentos en los que prevalece la globalización. De hecho, la visión científica se ha diferenciado, históricamente, de la mítica o religiosa, en que no intenta dar una explicación completa y coherente de todo sino que, partiendo de preguntas limitadas, construye respuestas cada vez más generales. En ese sentido se entiende que sea el mismo desarrollo de las ciencias tradicionales, impregnadas de determinismo, el que ha propiciado, desde los inicios del siglo XX, la aparición de nuevos problemas y de nuevos campos de investigación que, al requerir una nueva filosofía, van a poner en cuestión los propios planteamientos epistemológicos iniciales.

Más bien se pretende construir puentes entre los conocimientos disjuntos, elaborar conceptos que potencien la heurística interdisciplinar e integradora. Esos conceptos no deben ser simples analogías o metáforas, modelos descriptivos vacíos de contenido, ni tampoco meros formalismos ornamentales o planteamientos mesiánicos o esotéricos, sino que deben referirse a las entidades reales y a la manera de analizarlas y comprenderlas. De esa forma, la consideración, en la actividad científica, de conceptos como los de sistema, interacción, organización, información o cambio, posibilita la elaboración de un lenguaje común que determina el acercamiento entre los campos del saber, el uso de modelos analógicos y la construcción de teorías de síntesis.

CONCLUSIÓN

La epistemología de la complejidad es una postura más, dentro de todas las corrientes epistemológicas, sin duda corre con la ventaja de ser contemporánea y adecuarse al mundo de la globalización. El ver el conocimiento desde un punto de vista global tiene ventajas únicas, principalmente el contextualizarlo desde punto de vista histórico, político y social, los que hace posible relacionar el conocimiento científico con lo social.

La epistemología en este sentido vincula la Naturleza con la Cultura desde un punto de vista antroposocial.

De todas maneras, un enfoque único en este sentido, no revela todo lo interesante que tiene la epistemología como ciencia; en lo que a mí respecta todas las perspectivas, desde Platón, son imprescindibles para comprender los alcances de esta materia sumamente interesante par el tratamiento del conocimiento.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Morin, E. (1999). La cabeza bien puesta. Repensar la reforma, reformar el pensamiento. Bases para una reforma educativa. Nueva visión

Morin, E. (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Elaborado para la UNESCO por Edgar Morin. Nueva Visión

Morin, E. (1999). La epistemología de la complejidad. Gazeta de Antropología, 20(2004), 02-20.

Porlán, R., Garcia, E. y Cañal, P. (compiladores) (2002). Contructivismo y enseñanza de las ciencias. Serie fundamentos Nº 2, colección Investigación y Enseñanza. Díada Editora S.

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